Historia de las Aguas Termales de Trincheras

 


Historia de las Aguas Termales de Trincheras

Sin duda las fuentes termales en aquellos tiempos re motos de los siglos XI, XII, XIII, XIV XV, el valle era un paraíso precioso, no soñado. La belleza de los bosques vírgenes estaban llenos de vida y alegría, donde las aves del Edén eran libres como el viento, libres como el sol. Libres como las almas blancas. Los valles estaban vestidos de un esplendor natural. Arboles frondosos, cascadas y manantiales de aguas dulces y cristalinas abundaba en esta región. Los sabios de las tribus conocedores de los secretos de la naturaleza, como de las aguas curativas, así como de las plantas medicinales. Los caciques amaban la naturaleza y las fuentes de aguas termales las llamaban aguas sagradas que emana de los océanos de la vida eterna para la felicidad de los indígenas, pacíficos y humildes moradores de las selvas vírgenes, que para entonces eran verdaderos jardines bellísimos entre las tribus del Caribe había un gran cacique llamado Guaicaipuro que se distinguía por su valor y audacia. Cumanagoto, Maracay, Terepaima, Tamanaco, Cayare, Yoraco, Charaima, Ca budare Mara, Chacao, Yare y otros caciques.

Se cuenta que las aguas calientes de Las Trincheras han sido visitadas por la bellísima reina de los Aramacos "Yuma" y "Churum Merú", y posteriormente durante la Colonia por la Reina María Lionza, quienes tomaban baños en los manantiales durante varias lunas y para llegar a este valle hermoso tenían que caminar varios días a pie, cubriendo largas distancias, pero valía la pena hacerlo.

Entre todas las tribus, siempre se destacaba el intrépido "Guaicaipuro". Era un mozo cobrizo, alto, de espaldas anchas, muy robusto, de figura atlética muy impresionante. De brazos grandes y macizos. Abdominales cincelados, muslos grandes y bien proporcionados. Con una fuerza superior, podía vencer con facilidad a tres o cuatro hombres. Su figura esbelta y de rostro civil, fogoso de hombros bien formados. Las mujeres españolas se que daban deslumbradas al ver tan hermosa figura de un hombre extraordinario.

Los conquistadores, al verlo, se preguntaban cómo se conservaba tan saludable este indígena alto musculoso. Yoraco y Charaima también eran hermosos, de buena talla y con una piel hermosa de color canela y ojos negros, cabellos de color azabache.

Sin duda se cree y según la leyenda se cuenta, que es tos caciques se bañaban en las aguas calientes de "Las trincheras" y bebían las aguas del manantial que surgía de las montañas sagradas. Es un regalo de Dios, del Padre Bueno, del Eterno. Estas aguas son para disfrutarlas y no para desperdiciarlas, decían. Hay que beberlas y conservarlas con, amor y armonía en el infinito.

Según las leyendas, en este lugar se curaban las heridas, infringidas por los conquistadores. Los caciques arrojaban la tristeza y se olvidaban del dolor y la angustia que les producía la invasión y pérdida de sus edenes vírgenes que habían sido invadidas como sus territorios. El Gran Cacique Cayaurima, quien era el protector del valle y de las aguas calientes, también luchó con valentía para defender estos valles sagrados. Trató por todos los medios para que no contaminen las aguas y no se lo quiten.

La mayoría de los antropólogos, mejor informados del mundo y mejor disciplinados en estas ciencias. declaran que todas las leyendas están basadas en hechos verídicos. No se puede negar lo que nuestros antepasados han visto y han palpado con sus ojos y que lo han padecido en carne propia.

El valle de Aguas Calientes, hace muchos siglos atrás, era un paisaje no hollado por el hombre negro ni blanco. Era un lugar sagrado para los indígenas del Caribe, Yoraco lloraba con un sentimiento tan profundo cuando vio que los blancos y negros se orinaban en sus aguas y arrojaban sus suciedades y escupían arrojando las inmundicias de sus enfermedades. Los indígenas y los caciques no escupían en los ríos, menos en los manantiales sagrados de las aguas calientes. Los indígenas eran saludables de alma y de cuerpo. No sabían leer ni escribir, pero sabían lo que es bueno y malo, para todos, eso era suficiente.

El Gran Cacique Cabudare, al ver las grandes propiedades curativas de las aguas calientes, se venía desde Barquisimeto con los caciques de otras tribus caquetíos, jirajaras, y se quedaban muchos días para apreciar estas aguas privilegiadas.

En este Edén de hermosura indescriptible, habían tigres, pumas, osos, babas, venados, tapires, pécaris, pe ces, aves de plumas preciosas de colores como el arco iris bien matizadas, monos, cachicamos, lapas, araguatos y las bellísimas mariposas azules, celestes, amarillas, blancas, rojas, de una variedad. La naturaleza es extraordinaria, no tiene misterios. Allí todo es maravilloso, increíble, bello. Los misterios más espantosos están en la ignorancia del hombre y en la ceguera del depredador.

Se dice que después de estos baños en las Aguas Calientes termales, daban más fuerza y magnetismo, purifican la sangre y daban más vigor y potencia espiritual a las mentes de los indígenas...

El corazón latía con más fuerza. La madre naturaleza conoce a los hombres puros como al enfermo, pero su amor es muy grande, es tan inmenso como el océano que no hay hijo feo para ella a todos les brinda sus cualidades y les da la cura y la esperanza de seguir con vida. Los caciques después de tomar estos baños de aguas calientes dormían como unos bebés plácidamente en un remanso de paz, con el susurro del viento suave que jugueteaba con sus cabellos las brisas del Paraíso con los himnos de las avecillas acariciaban dulcemente sus oídos. En las noches los bosques se iluminaban con las luciérnagas preciosas que desfilaban en zig-zag rondando los bosques de este lugar maravilloso.


LA NUEVA ETAPA DE

LAS TRINCHERAS

En 1889, las fuentes formales alabadas por Humboldt y a las que la leyenda atribuye haber sido visitadas por Guaicaipuro y otros caciques indígenas, fueron organizadas en forma de estación termal al construirse dos precarias edificaciones que sólo resistieron 16 años. Tras un largo paréntesis de olvido, en 1915 se proyectó la construcción de una estación termal completa, pero no se llegó a realizarla. Nuevamente en 1927 Las Trincheras cobraron actualidad, al comenzar a construirse un hotel termal en el sitio, que para entonces se hallaba en completo abandono y cubierto por la selva.

A pesar de haber sido visitadas repetidamente por el general Juan Vicente Gómez, quien daba fe de sus virtudes medicinales, los baños termales de Las Trincheras languidecieron, mientras muchos venezolanos viajaban al exterior por recomendación médica, para hacerse curas termales en aguas de inferior calidad, pero indudablemente aprovechadas con mayor conciencia y rodeadas de cómodas instalaciones

Hoy día funciona en el lugar el Centro Termal Las Trincheras, con sus instalaciones modernas, llenas de belleza y funcionalidad, con magníficos servicios de toda clase, lo que permite a los usuarios pasar momentos muy agradables en procura de su salud,, al contacto de sus prodigiosas aguas, que tienen merecida fama mundial, hasta el punto de que Las Trincheras cobró el esplendor de sus mejores años.